Al contrario de lo que algunos hayan oído, los perros antidroga no son entrenados con las propias drogas porque, tal y como explican diversos veterinarios, sería como darles veneno. En su lugar, el equipo de adiestradores impregnan un juguete con una imitación del olor de la sustancia ilícita y se le esconde en una caja cerrada. Junto a esta habrá otras cajas vacías y el perro tendrá que adivinar dónde se encuentra el juguete. Cuando este haya detectado dónde se encuentra, tendrá que rascarla con las patas para intentar sacar el juguete.
La caja en la que se encuentra el juguete esconderá también un paquete de droga. De esta manera, el animal será capaz de detectar el olor y asociarlo al juguete. Gracias a ello, y en futuras operaciones antidroga, el animal tratará de localizar la droga para encontrar su juguete. De hecho, y cuando el animal complete con éxito su misión, recibirá el juguete que tanto estaba buscando. Por lo tanto, el animal asocia el hecho de buscar droga a un juego que tiene como premio final disfrutar de su juguete favorito.
Estos perros pueden entrenar hasta cinco horas diarias con el objetivo de ser lo más precisos posibles a la hora de detectar la droga. Aunque trabajarán principalmente con el juego anterior, también llevarán a cabo otro tipo de ejercicios para mantenerse en condiciones óptimas para cualquier servicio.